Almirante Chardonnay - Testimonio

 

Tuve la suerte de comprar una botella de Almirante Blanco (edición limitada) de una pequeña producción de la cosecha del 2019. Este vino es 100% Chardonnay, una de mis variedades de uva blanca favorita por las notas dulces muy características de esta. Este “dulzor” se debe a que la mayoría de vinos Chardonnay son envejecidos en barricas de roble francés o americano que le pueden aportar notas de vainilla, caramelo, coco, café, entre otros.

Sin embargo, esta práctica se ha ido dejando de lado por la tendencia a producir vinos mas versátiles que expresen más las notas de la propia uva y no tanto las que aporta la madera. Es por esto que cada vez mas productores de vino acortan el tiempo en barricas para que las notas de estas sean mucho más sutiles.

Aún así, todavía hay personas como yo que disfrutan mucho la complejidad que la madera aporta en un vino Chardonnay como lo es Almirante Blanco. El tiempo en barrica no solo ayuda a pulir los taninos y acidez sino que también logra aumentar el cuerpo y crear una sensación de mayor peso y cremosidad en boca.

Este vino fue una experiencia de principio a fin. En mi primer sorbo pude notar la equilibrada acidez y frescor del vino. Estoy acostumbrada a tomar los vinos un poco más “fríos” de la temperatura ideal ya que en Guayaquil la temperatura en copa sube bastante rápido lo cual hace también que el perfil del vino vaya cambiando conforme pasan los minutos.

En nariz pude notar un marcado perfil cremoso con notas de vainilla, miel y mantequilla caramelizada que son propias del envejecimiento. Conforme pasaba el tiempo, comenzaron a aparecer notas de frutas tropicales como la piña que son mas propias de esta uva en países tropicales como lo es Ecuador. En boca percibí notas más cítricas como lima y manzana verde acompañadas de notas mas dulces de piña, vainilla y toques tostados de avellanas.

El cuerpo definitivamente lo categorizaría entre medio y alto por la cremosidad y textura rica que se siente en boca. Esta sensación es debido al proceso que pasa el vino. Este proceso se llama fermentación malo láctica, donde el acido málico del vino se convierte en ácido láctico. Siendo este ultimo, un acido mas suave que aporta esa sensación aromática cremosa.  

No quiero dejar de mencionar el color del vino… definitivamente se ve la evolución que ha tenido a través de los años tanto en barrica como en botella. Un amarillo intenso y brillante lleno de vida que solo da ganas de seguir y seguir bebiendo...

Este vino por sí solo es una delicia pero definitivamente con un buen maridaje la experiencia es inclusive mejor. Este perfil de vino va muy bien con mariscos y pescados como el bacalao y trucha. Carnes blancas como el pollo, pavo y también con quesos semi curados como el gruyere y brie.

Espero que todavía estén a la venta más de estas botella porque en un par de años solo será mejor y seguirá evolucionando dándonos más sorpresas!

 

-Cristina Salazar Vallarino

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